Por qué a los españoles les gusta La Corona (Serie 4)

La princesa Diana inaugura un centro comunitario en Bristol en 1987. Photo by Rick, CC BY 2.0 https://creativecommons.org/licenses/by/2.0, via Wikimedia Commons

Carlos Boyero, un crítico cinematográfico de la SER, dice en su programa, La Ventana, “Yo creo que esta serie le está haciendo un favor a la monarquía inglesa tremendo…. Intentan demostrarnos con un talento cinematográfico …. que son gente muy humana en circunstancias casi siempre problemáticas” …

Os aseguro que no hay nada que pueda estar más lejos de la verdad. La mayoría de los ingleses cree que esta serie ha sido otro clavo en el ataúd de la monarquía. Lo que sí demuestra la serie es la frialdad de la monarca y la conducta interesada de toda la familia en la perpetuación de la imagen a toda costa, caiga quien caiga; demuestra que el matrimonio del príncipe Carlos con Diana Spencer fue un matrimonio arreglado por la familia en plan psicópata para que el matrimonio sirviera de tapadera de su relación “inapropiada” con la casada Camila Parker-Bowles; demuestra la crueldad y la frialdad subsiguiente con la que trataban a la pobrecita Diana cuando ella se dio cuenta del complot y expresaba su repulsión. Luego, cuando todo miembro de la familia real hacía caso omiso de sus protestas, la etiquetaban de loca o histérica, demostrando así la falta de humanidad de todos ellos. Carlos, en especial, sale muy mal parado.

¿Y qué piensa el señor Boyero del episodio que trata de las dos primas de la reina que fueron declaradas muertas en el periódico, cuando la realidad fue que estaban vivas y habían sido encarceladas en una residencia para los disminuidos mentales en un intento de proteger la imagen de una familia con una estructura genética impecable?

En La Corona todos los miembros de la familia real, a excepción de la reina, solo parecen unos egocéntricos, consentidos y aburridos. Fuera de la reina, no hay nadie, por toda la serie 4, que tenga alguna característica redentora. No señor. Esta serie ha sido un auténtico desastre para la familia real británica. Señor Boyero dice que ha visto todos los capítulos (diez horas) de esta entrega, pero le sugiero que vuelva a echarlos otro vistazo. Porque la primera vez, no ha entendido en absoluto el mensaje.

Esta serie nos muestra unos personajes mimados, fastidiados, superficiales y sin piedad y prácticamente la única mención que el señor Boyero hace de ellos es la confesión de su propia fascinación y amor por la princesa Margarita, (“Me parece una belleza, siempre me ha parecido guapísima”) algo que nos dice más de su frustración sexual personal que cualquier otra cosa.

¿Es La Ventana un programa serio?

¿Como es posible que alguien pueda ver 10 horas de una serie tan brillante y compleja y no tener nada que decir fuera de unas observaciones francamente triviales? ¿Es que los padecimientos y tribulaciones de la familia real británica no le representan al señor Boyero nada más que las vicisitudes que se esperan en cualquier familia: en todas partes cuecen habas?

Luego pensé, talvez yo debería ser un poco más comprensivo con este hombre. Puede que su falta de negatividad hacia la corona, sea la verdadera familia Windsor o sea la invención de Netflix, indique un deseo de celebrar a una familia real no contaminada por la corrupción financiera que ha ensuciado el nombre de los Borbón y ha reducido severamente su popularidad en España; por mucho que la familia británica tenga sus defectos y fracasos, sigue siendo una familia real a la vieja usanza, llena de intrigas personales y algo trasnochada, pero, al fin y al cabo, una institución inocente y un buen repositorio para todos aquellos españoles que busquen un sitio fiable para depositar sus sentimientos monárquicos: una familia real sustitutoria,  una familia real de acogida para todos los monarquistas españoles que se sientan decepcionados por el equipo de casa.

Porque, digáis lo que digáis, tenéis que admitir que las peripecias recientes de la familia real británica son poco negativas en comparación con los engaños extravagantes de sus colegas españoles.

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