Cómo entender Tyntesfield: El programa de Al Jazeera, Perilous Jobs in Peru (Trabajos peligrosos en Peru)

1862. William Gibbs (centro), el devoto cristiano que construyó Tyntesfield con el dinero que obtuvo de los miles de esclavos chinos que fueron trabajados hasta la muerte en las áridas islas tóxicas frente a la costa de Perú

He escrito varias veces sobre Tyntesfield, la casa señorial cerca de Bristol que hoy en día es propiedad del National Trust. William Gibbs hizo construir la casa a mediados del siglo diecinueve con los ingresos que obtuvo del trabajo forzado de miles de chinos secuestrados y esclavizados. Ninguno de ellos sobrevivió. Todos fueron trabajados hasta la muerte, décadas después de la abolición oficial de la esclavitud en el Reino Unido. 

Los esclavos eran utilizados para extraer excrementos de aves (guano) en las islas del Pacífico Sur. La gran idea de importar guano al Reino Unido no se le ocurrió a Gibb hasta 1840. En sentido estricto la idea no vino de él sino de su agente en Lima. Al principio, le parecía a Gibbs un proyecto descabellado y poco rentable. Pero, antes de que él pudiese decir que no, el agente había firmado un acuerdo para comprar el guano del gobierno peruano. Por suerte, Gibbs había subestimado la manía victoriana por la jardinería. El guano se vendía como pan caliente, por decirlo así.

Se obtenía el guano de las islas Chincha, situadas frente a la costa peruana. En aquel entonces estaban cubiertas de una capa de treinta metros de profundidad de excrementos de aves marinas, en su mayoría los de los pájaros bobos, los llamados alcatraces piqueros. Había millones de toneladas listas para llevárselas.

En cantidades limitadas el guano, lleno de nitratos, fosfatos y potasios es un fertilizante ideal. Pero, su enorme concentración en las islas Chincha las convertía en áridos y cáusticos entornos muy dañinos a la salud de cualquier ser humano expuesto a ellos a lo largo de un período prolongado. Nada florecía en condiciones tan ácidas y hostiles, mucho menos los hombres que fueron mandados a la fuerza a trabajar allí.

Al principio, las excavaciones fueron llevadas a cabo mayormente por presidiarios, desertores del ejército peruano recapturados y esclavos. De esta manera el gobierno peruano mantuvo el coste de producción a un nivel mínimo e hizo que la extracción fuera lo más rentable posible.

En 1849, cuando se necesitaban mas trabajadores forzados se empezaba a introducir mano de obra china “contratada”, este término siendo un eufemismo para la esclavitud. Estos peones eran secuestrados o engañados y luego detenidos en barracones antes de ser transportados al Perú.

En el siglo decimonónico las estimaciones de la tasa de mortalidad entre los chinos raptados varían de investigador a investigador. Algunos estimaron que entre 1847 y 1859 murieron un 40 por ciento de estos culis (coolies en inglés) durante la singladura a las islas Chincha. Otros dijeron que más de dos tercios de los sobrevivientes fallecieron durante su período de “contratación”, la duración de un “contrato” siendo típicamente de unos 5 o 7 años. Además, si duraron al final del “contrato” los chinos se vieron forzados a continuar a trabajar hasta que cayeron muertos. (términos como contratación y contrato se utilizaban en un intento de evitar alegatos de esclavitud que podian haber traido ruina al negocio)

En 1860 se calculó que no sobrevivió ni un solo chino de los 4,000 transportados a las islas desde el comienzo de la industria. La brutalidad del sufrimiento de los chinos hizo que las islas tendrían menos de esclavitud y más de campos de concentración nazis. El salvajismo con el que se trataba a los chinos era bien conocido. Todos los testigos – y hubo muchos – atestiguaban que la disciplina consistía en flagelaciones y torturas.  A unos 25 kilómetros de la costa, era imposible que los esclavos escaparan nadando. El único método de evasión infalible fue él del suicidio. Según el Journal of Latin American Studies, un marinero norteamericano alegó que hubo un caso en 1853 en el que 50 chinos se cogieron de la mano y se lanzaron de un precipicio a su muerte en el mar.

Todas las tripulaciones de las docenas de barcos que acudían a las islas para llenar sus bodegas con los sacos llenos de guano comentaban sobre la barbaridad de las condiciones y habría sido imposible que ningún comerciante de guano no hubiera sido consciente de las condiciones infrahumanas que existían en las islas.

Por algún motivo perverso el National Trust sigue negándose a explicar de lleno que la riqueza de la familia Gibbs se deriva de la muerte de miles de esclavos chinos. ¿Acaso el National Trust se avergüenza de la historia de la casa, como si, al haberla comprado, fuera inevitablemente cómplice, como los Gibbs, de los horrores ocultos de su pasado, o es simplemente que les gustaría aferrarse al cuento de hadas que han contado durante años sobre el amable hombrecito cristiano que hizo su dinero vendiendo caca de pájaro? Bajo presión, The National Trust admite ahora que «las condiciones de vida eran deficientes» para los chinos que vivían en «condiciones similares a la esclavitud». Esto es como decir de Auschwitz que las cosas ahí eran difíciles para los judíos. Sólo podemos esperar que algún día, alguien con interés en la verdad herede el puesto de director de la Trust.

Mientras tanto, para el resto de los que actualmente están en la cúpula del National Trust (que tal vez simplemente no se imaginan cómo se trabajaba hasta la muerte a los chinos), hay un interesante documental de televisión sobre las condiciones de trabajo actuales en la industria del guano. En junio de 2019 el canal de noticias y documentales Al Jazeera realizó un programa llamado Perilous Jobs in Peru (Trabajos peligrosos en Perú), parte de su serie Risking it all (Arriesgándolo todo):  Perilous Jobs in Peru | Poverty and Development. El programa mostraba que la industria de recoger el guano continua, aunque hoy en día está regulada. Aun así, los trabajadores que eligen este trabajo lo encuentran casi insoportable. Los realizadores del programa visitaron la isla de Asia, un sitio rocoso y esteril, situado a un par de kilómetros de la costa de Perú. Aquí se mina el guano. Muchos de los hombres que vienen aquí a trabajar solo lo pueden aguantar un mes, algunas veces solamente una semana. Son jóvenes de la montaña, gente en buena forma física que está acostumbrada a un fuerte trabajo manual. Vienen bien equipados. Ganan el doble del salario mínimo y reciben casa y comida gratis. Pero no hay agua dulce en la isla y tienen que conformarse con 8 litros diarios para lavarse y hacer la colada. Cada siete días un barco trae más agua. Por el calor ecuatorial, el trabajo comienza a las 5 de la madrugada. La excavación del guano se hace a mano porque el uso de excavadoras mecánicas espantarían a los pájaros. Los hombres usan picos porque el guano se ha endurecido como si fuera cemento. El polvo es muy irritante, el olor amoniacal es casi insoportable y causa daño a los pulmones incluso en dosis pequeñas. El proceso de cribar el guano para eliminar las piedras y las plumas y después empacarlo en sacos produce nubes de polvo. Para protegerse del polvo los hombres se cubren la boca con pañuelos. El gobierno les da mascarillas pero no pueden respirar a través de ellas porque se atascan con el polvo. Asimismo los hombres prescinden de las viseras de plexiglás porque estas no sirven para nada con la cantidad de mugre que se acumula encima. El guano y la cantidad de insectos que viven dentro de la caca causan daños tanto al interior como al exterior del cuerpo. La isla rebosa de garrapatas que chupan la sangre. El guano sí mismo produce una reacción alérgica en la piel.  En poco tiempo los brazos y las piernas de los trabajadores están cubiertos de llagas y picaduras. Los hombres cosechan sobre 50 toneladas al día, durante el cual cada uno de ellos lleva 100 sacos de 50 kilos cuesta arriba a la plataforma de carga. Una vez terminada la jornada no hay nada que hacer en la isla. Uno de los hombres comentó con una sonrisa irónica que la isla parecía una cárcel.

Sin duda, no es difícil comprender que los hombres chinos desnutridos que fueron metidos a la fuerza en las bodegas de los barcos-prisión y llevados al otro lado del Pacífico y liberados en su estado debilitado en las islas del guano, sin equipo de seguridad, ropa de protección o instalaciones de lavado y luego con una dieta insustancial, sucumbirían fácilmente a las condiciones infernales y a la violencia física que se ejercía regularmente. No podían vivir más de unos meses o un año como máximo. Simplemente se les hacía trabajar hasta la muerte.

Tyntesfield, transparencia y la trata de esclavos chinos (3)

Tyntesfield chapel: By PJMarriott, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=53589423

En la serie televisiva Great British Railway Journeys el presentador, Michael Portillo, baja del tren para visitar Tyntesfield1. Uno de los guías le enseña el lugar y le explica que William Gibbs no tenía ninguna responsabilidad por la esclavitud de los chinos. Dice textualmente que “fue el gobierno peruano que llevaba a cabo la actividad minera”. En otro eufemismo típicamente británico admite que las condiciones de trabajo eran “bastante adustas”. No había ninguna mención de los miles de esclavos chinos que fueron forzados a trabajar hasta la muerte en la explotación del guano. En lugar de eso, oímos que William Gibbs era abstemio, un pilar de la clase dirigente, un miembro de la iglesia anglicana tradicional y un hombre dedicado a la oración matutina y vespertina.

Luego en 2018 pusieron el programa en el que Alan Titchmarsh elogió a William Gibbs en un tono deferencial, respetuoso y, hay que decirlo, francamente adulador2. Titchmarsh estaba anonadado por la fortuna que este cristiano tan venerable e ingenioso había creado de la importación de una sustancia tan humilde y tan barata.

Fue entonces, después de escuchar esta sarta de tonterías, cuando escribí a la oficina de atención al cliente de la National Trust (NT). Como sabéis, me aseguraron de que todo estaba cambiando en la NT: el programa presentado por Titchmarsh fue cosa de hace dos años y nunca volverían a hablar de Tyntesfield de la misma manera: “estamos intentando hablar más sobre la historia horrorosa de la industria guanera y como la familia Gibbs obtuvo su riqueza de ella.” En el futuro presentarían “una historia fiel, abierta e inclusiva de la mansión y sus lazos a la industria guanera.”

Pero hace unas semanas viene el programa que la NT acaba de hacer en colaboración con el Channel 4: en George Clarke’s National Trust Unlocked3 volvieron a pintar a William Gibbs como un comerciante muy exitoso que hizo su agosto vendiendo un montón de caca de pájaro. Una vez más, oímos la misma inocencia, oímos los mismos tópicos, oímos la mismísima “nota de humor” y escuchamos la misma versión expurgada de lo que pasó.

Después de la última entrada del blog escribí a Hilary McGrady, directora general de la NT, preguntándole la razón por la cual la NT seguía hablando del guano sin mencionar a los esclavos y el papel que cada uno de ellos había desempeñado en la creación de la fortuna de familia Gibbs. La señora McGrady lleva toda una vida trabajando en marketing. Entiende muy bien los beneficios de la buena publicidad y el valor de las buenas relaciones con su público.

Ella no se dignó a contestar.

No entiendo porque la NT se considera obligada a ser apologista por un hombre que hizo construir su casa señorial con las ganancias que el obtuvo de un campo de concentración victoriano. No entiendo los motivos por los cuales la NT sigue con la farsa de insistir que William Gibbs era un caballero honrado y un empresario ingenioso.

¿Piensa el consejo de dirección de la NT que la gente dejaría de visitar estas atracciones si se diera a conocer que fueron construidas sobre la tortura y la muerte de los auténticos creadores de la fortuna que dio origen a la casa y sus terrenos? Yo creo que esto es un ejemplo de pensar al revés. Hablando por lo general, el público de la NT es gente educada de la clase media y se compone de personas que preferirían ser informadas de la verdadera historia del lugar. La realidad es que la mayoría de los socios de la NT solo quieren pasar un día agradable con la familia, recorriendo una casa de interés histórico, dando un paseo por los jardines bien cultivados y comiendo algo sabroso en el restaurante. Lo que no quieren es que la NT les engañe con tonterías.

Es grotesco y mentiroso que la NT siga limitándose a decir que es muy gracioso que un hombre hubiese hecho una fortuna de la caca de aves suramericanas. Porque no es la verdad. El valor fue creado por los esclavos. Sin los chinos secuestrados y encarcelados en las islas Chincha, Gibbs no podía haber comprado el guano a un precio tan reducido y haberlo vendido por unas ganancias tan altas. No reconocer esto es un insulto a la inteligencia de los socios de la NT. Más importante todavía es que representa un insulto a la gente china que fue sacrificada tan cruelmente al afán de lucro.

Las vidas chinas importan también.

Referencias

1 Great British Railway Journeys S7 Ep 14. BBC 2015. Actualmente este episodio no se puede ver en la BBC. Sin embargo, hay una copia de baja calidad en YouTube.

2 Secrets of the National Trust S3 Ep 6, 08/08/2018. Channel 5.

3 George Clarke’s National Trust Unlocked S1 Ep 4, 13/09/20. Channel 4.

Tyntesfield, transparencia y la trata de esclavos chinos (2)

Elevación frontal de Tyntesfield. Wikimedia Commons. Foto por Bs0u10e01

Hace unas semanas vi un programa en el Channel 5 de Gran Bretaña. Se llamaba Secrets of the National Trust (Los secretos de la National Trust) en el que el presentador, Alan Titchmarsh, elogiaba a William Gibbs, el hombre que hizo construir Tyntesfield, su casa señorial.

Titchmarsh describió Gibbs como un cristiano maravilloso, un hombre amable y respetable, un hombre que había amasado una fortuna de una manera tanto ingeniosa como cómica: se le había ocurrido importar a Inglaterra una cantidad ingente de caca de pájaro del Perú, y lo había hecho unos 74 años antes de que se abriera el canal de Panamá; había traído en barco, cientos de miles de toneladas de excrementos casi 20 mil kilómetros por mar del Perú a Inglaterra y la había vendido por un dineral. ¡Qué hombre tan ingenioso e inofensivo!

Escribí a la National Trust y Channel 5 diciéndoles que cabía puntualizar que miles de chinos secuestrados tuvieron que morir en un campo de concentración para que Gibbs pudiese construir su fabulosa mansión y fue imposible que Gibbs no supiera nada de las condiciones de trabajo de los mineros. Era de conocimiento general entre los capitanes y las tripulaciones, los representantes de los exportadores (Gibbs era solo uno de muchos exportadores internacionales), los periodistas y diplomáticos. Incluso, existían fotos y dibujos del secuestro, abuso y tortura de los chinos.

Hay un buen resumen de los acontecimientos en inglés en The History of the Peruvian Guano Industry y se lo puede encontrar en el blog Jeff’s Travels at https://yaffle53.wordpress.com/2014/05/22/a-history-of-the-peruvian-guano-industry/. Incluye fotos y dibujos de la época.

Gibbs sabía lo que hacía, pero se sentía protegido por la ética cristiana victoriana. En la Gran Bretana del siglo 19 la desigualdad racial era un hecho aceptado. Sí, se había abolido la esclavitud negra pero eso no quería decir que los victorianos creyeran que la gente negra fuera su igual. Los negros eran reconocidos como seres humanos pero no eran los iguales del hombre blanco. Eran los recipientes de la simpatía de los abolicionistas, pero, al fin y al cabo, pertenecían a una raza inferior. No merecían ser tratados como animales pero eso no quería decir que tuvieran el derecho de considerarse los iguales del hombre blanco. Así fue con los chinos también.

Desde esa creencia generalizada en la inferioridad de otras razas fue un paso muy corto al desprecio. Y el desprecio por otros seres humanos lleva rápidamente a una indiferencia a su destino y lo que pudieran sufrir antes de su muerte.

Como buen cristiano, William Gibbs rezaba y se dejaba guiar por Dios. Todo formaba parte del eterno plan del Señor para el desarrollo del mundo. Según la lógica del día, Dios había creado los animales para servir a los seres humanos y había creado las razas humanas inferiores para ser instruidas y dominadas por los blancos. Por desgracia, algunos tendrían que dar su vida por el mayor beneficio de la humanidad (es decir, la humanidad blanca) y así cumplir la voluntad de nuestro Hacedor.

Recibí contestas de las oficinas de atención al cliente. Las dos respuestas, tanto la del Channel 5 como la de la National Trust tienden a ser algo formulaicas: están escritas en el lenguaje de las relaciones públicas; están diseñadas a tener un efecto tranquilizador; emplean eufemismos en vez de llamar las cosas por su nombre.

La portavoz de la National Trust escribió así:

“Somos conscientes por toda la National Trust que nos queda más por hacer en el análisis de las fuentes de la riqueza detrás de los edificios de que somos los guardianes. El programa se rodó hace 2 años y siguió la pauta según la cual representábamos a la casa y la familia en aquel entonces. Ahora, en todas las posesiones de la National Trust, estamos acelerando nuestros esfuerzos para investigar y destacar los lazos al colonialismo y la esclavitud, y como se adquirieron las riquezas que permitieron su construcción. Ahora en Tyntesfield estamos intentando hablar más sobre la historia horrorosa de la industria guanera y como la familia Gibbs se benefició de ella. El año pasado, por ejemplo, se presentó en Tyntesfield una muestra fotográfica de Olli Hellman, “$tow High en Transit”, que destacó la disparidad entre la riqueza de Tyntesfield y la decimación de las islas Chincha en que se minaba el guano. Esta muestra era temporal. Sin embargo, la interpretación continúa para que se asegure que podemos presentar una historia fiel, abierta e inclusiva de la mansión y sus lazos a la industria guanera.

A fin de abordar sus inquietudes, hemos hablado con los de Channel 5, y le van a escribir a usted, informándole que van a introducir una modificación al programa que refleje este punto de vista.

Por último, puede interesarle saber que a mediados de septiembre vamos a publicar un informe que destaca los lazos entre la esclavitud y el colonialismo en nuestros lugares en Inglaterra, Gales y el Norte de Irlanda; además este informe nos permitirá a poner al día las páginas web de nuestras propiedades y las explicaciones que se ofrezcan en los edificios mismos.

Gracias por tomar el tiempo para escribir a nosotros, y por compartir sus inquietudes. Espero que usted quede asegurado que hayamos hecho un compromiso para garantizar que estas historias se cuenten entera y honestamente.”

Ella dice que “El programa se rodó hace 2 años y siguió la pauta según la cual representábamos a la casa y la familia en aquel entonces”. Evidentamente, la portavoz no ha leído la guía de la National Trust de 2020 en la que se dice que la casa “fue creada para la familia Gibbs para que celebraran sus logros, criaran a sus hijos y compartieran su dedicación a la familia y la fe” y la historia de William es de “un amor joven …..una familia estrechamente unida, y la creación de una gran fortuna”.

No, aquí en la guía actual, no hay ninguna mención de los chinos que obligaron a trabajar hasta que murieran.

En su email la portavoz escribe también de la exposición, $tow High in Transit, una decena de yuxtaposiciones fotográficas en las que se contrastaban la riqueza de la casa y el jardín de Tyntesfield con los estériles y cáusticos entornos de las islas Chincha. Estas fotos estaban expuestas en caballetes esparcidas por toda la casa. No tenían ni explicación ni pies y no ilustraban la vida de los mineros. A falta de ninguna otra explicación, habría sido muy fácil que un visitante a la casa concluyera de las fotos que William Gibbs era nada menos de un genio y prestidigitador que había hecho aparecer una fortuna como por arte de magia y sin causar daño a nadie.

Es todavía más difícil creer que la National Trust haya hecho borrón y cuenta nueva cuando acaban de grabar, hace unas semanas, otro programa sobre Tyntesfield en el que incidieron en los mismos errores de siempre.  Esta vez lo han hecho en colaboración con el Channel 4. En la última entrega de George Clarke’s National Trust Unlocked (13/09/20) le pintan a William Gibbs como un comerciante muy exitoso que hizo su agosto vendiendo un montón de caca de pájaro. Una vez más, vemos la misma inocencia y los mismos tópicos, oímos la mismísima “nota de humor” y oímos la misma versión expurgada de lo que realmente pasó. Qué reconfortante.

Los del Channel 5 me enviaron esto:

“Channel 5 agradece todas las opiniones de sus espectadores y gracias por tu email y tus observaciones acerca de Tyntesfield y sus vínculos con los mineros esclavidos. Hemos examinado esta cuestión. Rodamos este programa hace más de un año y nos dejamos guiar por la Trust y la manera en la que, en aquel entonces, ellos presentaban la historia de la casa y la familia. No creemos que el programa fuera engañoso, pero sí reconocemos que era lamentable no reconocer la pésima situación de los trabajadores que cosechaban el guano. Tenemos entendido que la Trust ahora está reconsiderando la manera en que se presenta el pasado de sus propiedades, y está acelerando sus esfuerzos para investigar y presentarlo al público en el contexto de las historias mundiales, explicando a la vez, las fuentes de la riqueza con las que los edificios se construyeron y se amueblaron. A fin de reflejar eso, vamos a añadir una ficha al programa para explicar este aspecto de la historia y la respuesta de la Trust. De vez en cuando Los secretos de la National Trust tiene un estilo bastante desenfadado y el programa se concentra en las casas y sus secretos físicos, pero, sobre las tres series el programa ha reconocido los vínculos a la esclavitud y las relaciones con el pasado imperial británico.  Sin embargo, lamentamos que no lo hicimos en este caso particular. Te agradecemos que hayas llamado nuestra atención a este punto.”

Pedí dos veces una clarificación del término “añadir una ficha” pero el personal de Channel 5 no se dieron la molestia de responder. Creo que se trata de insertar un texto, un comentario o talvez un enlace a una página web.

El portavoz dice también que “era lamentable no reconocer la pésima situación de los trabajadores que cosechaban el guano”. Cosechar es un verbo que suscita imágenes románticas de campesinos que siegan campos de trigo dorado o recogen a mano las frutas y verduras de una huerta. Cosechar no es un verbo que describe la realidad de los mineros de las Chinchas quienes fueron forzados a trabajar en condiciones infrahumanas hasta que murieran de agotamiento, tortura y enfermedad. El mero uso del verbo indica la falta de comprensión por parte del portavoz.

Este es un tema central de la historia de Tyntesfield. No es suficiente que añadan una ficha. El programa debería volverse a grabar para explicar debidamente la verdadera relación entre Tyntesfield y la manera en la que se amasaron los fondos para su construcción.

Tyntesfield, transparencia y la trata de esclavos chinos

Photo: Chilli Head from Weston-super-Mare, UK / CC BY https://creativecommons.org/licenses/by/2.0

(A translation into English can be found below)

Hace nueve meses escribí en este blog sobre los miles de esclavos chinos que murieron en el siglo diecinueve en las Islas Chincha peruanas («La exposición, William Gibbs, Desde Madrid a Tyntesfield» 21 Octubre 2019).

Los esclavos chinos excavaban a mano el guano que William Gibbs vendía para crear la fortuna con la que se construyó Tyntesfield, su casa señorial cerca del puerto de Bristol en el sur de Inglaterra. Trabajaban en condiciones infrahumanas y si no obedecían eran flagelados y torturados. Miles murieron y muy pocos sobrevivieron.

Ahora la mansión de Gibbs pertenece al National Trust, la organización sin fines de lucro que se dedica a la conservación del patrimonio nacional de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte. Me alegro decir que, a raíz de las manifestaciones de ¡Las vidas negras importan! el National Trust acaba de anunciar que tiene la intención de dejar bien claro el papel que desempeñó la esclavitud en la creación de las fortunas que permitieron que se construyeran muchas de los stately homes ahora en su custodia — cientos de casas señoriales que se encuentran esparcidas por todos los condados del Reino Unido.

Estoy seguro de que lo van a hacer sistematicamente, examinando la financiación no sólo de las casas mas obvias, aquellas que pertenecían directamente a los esclavistas, sino de todas sus propiedades por Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, Tyntesfield incluída — donde la esclavitud involucrada no era negra sino china.

La esclavitud viene en muchas formas y lleva varios disfraces; aunque se hiciera ilegal la trata de esclavos por todo el imperio británico en 1807 y la esclavitud fuera abolida por completo en las posesiones coloniales británicas en 1833, la práctica idéntica siguió existiendo bajo muchos otros eufemismos y en muchos otros sitios fuera del alcance de los abolicionistas de este país, no menos en el negocio de la exportación del guano de las Islas Chincha donde William Gibbs y varios otros “empresarios” cargaban sus barcos destinados a los mercados jardineros y agrícolas del mundo. La trata de esclavos y la esclavitud ya estaba prohibida en el imperio británico pero eso no impidió que Gibbs y otros de su calaña se aprovecharan de la trata de esclavos transpacífica que siguió floreciendo en el Perú sin trabas ni cortapisas (al igual que la industria algodonera británica siguió aprovechando las cosechas exportadas de las plantaciones esclavistas estadounidenses).

Actualmente, cuando visitas a Tyntesfield, sólo se menciona el guano como una anécdota divertida (¡Jajajá, que emprendedor, un hombre capaz de amasar una fortuna a base de la caca de aves!) y no se dice nada acerca del holocausto de los mineros chinos esclavizados.

Photo: Chilli Head from Weston-super-Mare, UK / CC BY (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0)

Tyntesfield, Transparency and the Chinese Slave Trade

Nine months ago in this blog I wrote about the thousands of Chinese slaves that died in the nineteenth century in the Peruvian Chincha Islands («The Exhibition, William Gibbs, from Madrid to Tyntesfield» 21 October 2019).

The Chinese slaves dug out by hand the guano that William Gibbs sold to create the fortune he used to build Tyntesfield, his stately home near the port of Bristol in the south of England. They worked in subhuman conditions and if they didn’t obey they were whipped and tortured. Thousands died and very few survived.

Now the mansion belongs to The National Trust, the non-profit making organisation that preserves the national heritage of England, Wales and Northern Ireland. I am delighted to say that, as a result of the Black Lives Matter demonstrations that The National Trust has announced that it intends to make it absolutely clear the role that slavery played in the creation of the fortunes which made possible the construction of many of the stately homes now in their care — hundreds of mansions that are to be found scattered around every county of the United Kingdom .

I’m sure they will do it systematically, examining the financing not only of the most obvious houses, those that belonged directly to the slave owners, but all of their properties throughout England, Wales and Northern Ireland, Tyntesfield included — where the slavery involved was not black but Chinese.

Slavery comes in many forms and guises; although the slave trade was made illegal throughout the British Empire in 1807 and slavery itself was abolished in 1833, the identical practice continued to exist under many other euphemisms and in many other places beyond the reach of this country’s abolitionists, not least in the business of exporting guano from the Chincha Islands where William Gibbs and several other “entrepreneurs” loaded their boats destined for the agricultural and gardening markets of the World. Slave trading and slavery was prohibited in the British Empire but that didn’t stop Gibbs and others of his ilk exploiting the transpacific slave trading which continued to flourish without let or hindrance in Peru. (Just as the British cotton weaving industry continued to take advantage of the crops exported by the slave plantations of the United States.)

At present, when you visit Tyntesfield, guano is only mentioned as an amusing anecdote (Hahaha! How enterprising, a man capable of amassing a fortune made of bird poo!) and nothing about the holocaust of the enslaved Chinese miners is ever mentioned.

Photo: Chilli Head from Weston-super-Mare, UK / CC BY (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0)